Nuestro planeta se está calentando más rápido de lo previsto debido a una serie de factores provocados por los humanos. Los principales son: quema de combustibles fósiles, agricultura, deforestación, usos del suelo, creciente demografía y consumismo excesivo de bienes materiales.
La quema de combustibles fósiles para energía y transporte (gas natural, petróleo, biocombustibles y carbón) constituye el principal factor contaminante que envenena nuestro aire y es responsable de más del 70% de las emisiones de gases de efecto invernadero.
El segundo factor es el agropecuario por la ganadería industrial, la deforestación y el cambio en los usos del suelo (urbanizaciones, migraciones) que no sólo contribuyen a las emisiones de gases de efecto invernadero en el aire, sino que también destruyen nuestra defensa natural contra el aumento de los niveles de dióxido de carbono.
Los árboles consumen dióxido de carbono y desempeñan un importantísimo papel en la protección de nuestra atmósfera, que diariamente es contaminada por incendios forestales intencionados, cuyo objetivo es despejar terreno para la desarrollar la agricultura o la ganadería. La explotación minera afecta la superficie terrestre, contamina el aire, los suelos, el agua superficial y los acuíferos subterráneos.
El crecimiento continuo de la población es otro factor importante para el futuro del planeta.
La población mundial actual es de 8.100 millones de habitantes, cuatro veces mayor que en 1927. Las estimaciones y proyecciones de Naciones Unidas indican que la población alcanzará a los 9 mil millones en 2040. Con estas cifras, es indiscutible que el cambio climático y el crecimiento demográfico están muy relacionados y constituyen un gran desafío para la humanidad teniendo en cuenta las limitaciones del planeta y el futuro de las nuevas generaciones.
El último informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA,30 mar 2022) revela que cerca de la mitad de todos los embarazos que se producen a nivel mundial (121 millones cada año) no son deseados. En Bolivia más de la mitad de los embarazos (51%) son no intencionales (UNFPA, mayo 2022). En el área rural el embarazo no deseado es del 59% (EDSA) de las mujeres que tuvieron embarazos no planificados, lo que pone en evidencia que las madres del área rural tuvieron menos posibilidades para decidir su maternidad.
Entre los factores que contribuyen a los embarazos no deseados están el difícil acceso a los servicios de salud sexual, la poca o ninguna educación sexual que se imparte en la familia y en el sistema educativo, falta de información de los anticonceptivos, la penalización del aborto, consumo de alcohol, estigma y la discriminación a las mujeres al derecho de decidir a procrear o no, la violencia sexual, las actitudes de prejuicios en los servicios de salud, la pobreza y la desigualdad de género.
Las tasas de nacimientos en los distintos países del mundo varían desde las máximas de Níger y Congo (con más de 200 embarazos por cada 1.000 mujeres adolescentes) a tasas de 1 a 3 por 1.000 en Corea del Sur y Japón. Es importante señalar que, en casi todos los países del mundo, las tasas de nacimientos en adolescentes van descendiendo. En Bolivia de 88 (1997) bajó a 64 (2018), por cada 1.000 mujeres adolescentes. Muchos consideran que, para disminuir el incremento de las emisiones de carbono, es necesario disminuir el crecimiento de la población. Existen 215 millones de mujeres alrededor del mundo que no tienen acceso a los anticonceptivos.
A escala mundial y de manera particular en países menos desarrollados, la juventud está ingresando a la edad de procrear sin una oportuna educación en la familia, ni adecuada información en las unidades educativas. Es fundamental la prestación de servicios de salud sexual para disminuir los embarazos no deseados en áreas rurales y urbanas.
El discurso para disminuir la fecundidad en adolescentes y jóvenes tiene una larga y peligrosa historia de numerosas violaciones de los derechos humanos. La urgencia de la crisis climática no debe ser una justificación para establecer políticas y prácticas coercitivas de control poblacional. Al contrario, debe tener toda la información científica y ser una elección libre en todas las personas de diferentes niveles socioeconómicos.
Para la prevención y atención médica, es fundamental promocionar la educación sexual entre padres de familia, profesores, autoridades y estudiantes, para el acceso a los métodos anticonceptivos, asistencia sanitaria en el marco de la salud pública y los derechos sexuales. Como también la importancia de la protección del medio ambiente, el consumo del agua, ahorro de energía, reciclar bienes, la deforestación, los incendios provocados, evitar el consumismo material.
El Estado junto a la sociedad civil debe establecer políticas públicas bien claras y definidas para contribuir a disminuir los efectos del cambio climático en el planeta.
Dr. Edgar Valdez Carrizo, director del Instituto para el Desarrollo Humano
Publicado en:
Abril 2024